martes, 6 de marzo de 2018

INCIDENCIA DE LA DEMOGRAFÍA


Nuestro planeta ha pasado en los últimos dos milenios de 170 millones de habitantes a 7.600 millones. Según las previsiones de la ONU, la población mundial puede alcanzar los 11.000 millones en el año 2100. La India será el país más poblado del mundo, con unos 1.500 millones de habitantes en 2030, superando a China.

Europa se convertirá en el continente más envejecido, con un cuarto de su población mayor de 60 años. Las proyecciones realizadas, teniendo en cuenta la tasa de fecundidad, indican que nuestro continente será la única región del mundo que perderá habitantes en lo que queda de siglo.

Los expertos reconocen que la demografía está teniendo un papel ralentizador en la demanda agregada mundial, un efecto que quizás no ha sobresalido en la última década por el impacto compensador de otras situaciones de tipo excepcional, tales como la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio y las burbujas inmobiliarias, que han actuado como impulsores de la demanda.

Al aumento de población siempre se ha dado mucha importancia en el crecimiento económico, puesto que supone la producción de mayor cantidad de bienes y servicios para abastecer sus necesidades. Dado que en los últimos años se observa una rápida desaceleración en la tasa de incremento poblacional, que puede resultar deseable por razones medioambientales, es de esperar que acabe afectando a la demanda.



Como observamos en el gráfico, el crecimiento más elevado de la población mundial se produjo en torno a los año 1970. La población ha continuado creciendo, pero a una tasa menor

Un aspecto reseñable en la evolución demográfica es el envejecimiento de la población mundial, provocado por la menor fertilidad y la mayor longevidad, fenómeno que tiende a impulsar el ahorro en la renta disponible a costa del consumo. La estructura poblacional se estrecha en la parte baja de la pirámide y se amplían las franjas superiores.

El incremento en los niveles de población que están ya pensando en la jubilación, con necesidad de complementar los sistemas públicos de pensiones, por el temor a los débiles sistemas de reparto de los países, puede dar lugar al aumento del ahorro, tratando de asegurar una vida digna en la vejez.

La mejora económica y el aumento de la esperanza de vida en los países en desarrollo, sobre todo en la incipiente clase media, animan al colectivo a pensar en el largo plazo, forzando al aumento de la propensión media al ahorro.


Tanto por el menor crecimiento de la población mundial como por la expansión de los colectivos con mayor propensión al ahorro, la demografía puede estar condicionando la demanda agregada, con impacto sobre la economía en un período largo de tiempo, manifestado en un crecimiento económico anual reducido.

















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