martes, 6 de febrero de 2018

UNA MONEDA COMÚN

El profesor Joseph Stiglitz relaciona la depresión sufrida por EE.UU a finales del siglo XIX con el sistema denominado “patrón oro”, que establecía el valor del dólar en función del oro, y con ello implicaba también a las demás divisas.

Al no descubrirse nuevos yacimientos sustanciales de oro, la escasez del metal precioso generaba la caída de los precios de los bienes, dando lugar a un proceso deflacionario. El dinero tenía cada vez más valor frente a los bienes, los productores constataban su empobrecimiento y aumentaban las dificultades para pagar las deudas.

Pese a los sombríos antecedentes de atar la moneda a un cambio fijo, los Estados de la Eurozona aceptaron trabajar con una única moneda y ello está suponiendo renunciar a dos elementos de la gestión económica: la política monetaria y el tipo de cambio. Los partidarios del euro confiaban en que la unión generaría las características precisas para funcionar correctamente como zona monetaria.

Pero la reciente crisis financiera ha evidenciado las divergencias que ocasiona el modelo de moneda única: déficit comerciales en algunos países, sobre todo los periféricos europeos, y acumulación de excedentes en otros, los centrales, Alemania y Holanda especialmente.


La linea oscura del gráfico representa el saldo por cuenta corriente de España y las columnas el desglose por los diversos conceptos. Observamos que en el año 2008 el déficit de la balanza de pagos alcanzó un 10% del PIB y es en el año 2013 cuando se equilibra la balanza, con saldos positivos del orden del 2% en los últimos años.

Siguiendo la normativa establecida en los tratados europeos, la corrección de los déficit se ha tratado de realizar implementando los Estados políticas de austeridad, que han venido a agravar la recesión y a aumentar la deuda pública. Los países del sur de Europa, en la búsqueda de mejora en la competitividad, han disminuyendo sobre todo las remuneraciones del trabajo, haciendo pagar la crisis a los asalariados.

Dados los problemas que ocasiona la imposibilidad de devaluar la moneda en la Eurozona y las impredecibles consecuencias del abandono del euro, desde “Monde Diplomatique en español” se plantea la novedosa alternativa de trabajar con doble moneda: el euro, para las relaciones con monedas internacionales y utilizar monedas nacionales en los intercambios dentro de la Eurozona.

Se afirma que los tipos de cambio entre el euro y las monedas internacionales vendrían determinados por el mercado, como hasta ahora, y el mercado de divisas intraeuropeo seria sustituido por una relación fija entre las monedas nacionales, pero ajustable, a través del Banco Central Europeo, en base a compromisos políticos negociados entre los Estados, sin intervención de las fuerzas del mercado.

El nuevo sistema, que ha sorprendido, se basaría en compartir de forma simétrica el reajuste entre países deficitarios y países excedentarios de Balazas de Pago, de tal modo que un persistente déficit de cuenta corriente autorizaría a devaluar la moneda nacional con respecto al euro y un excedente elevado obligaría a llevar a cabo una revaluación. Alemania, por citar el caso más representativo de excedentes, tendría que elevar el valor del marco respecto del euro, lo cual aumentaría sus importaciones, favoreciendo a los demás países de la Eurozona.

De poder llevarse a cabo semejante planteamiento, bastante hipotético por el momento, el euro dejaría de ser la moneda única y se convertiría en moneda común de todos los países, haciendo posible que cada Estado pudiera establecer su propia política monetaria y presupuestaria dentro de la Unión Europea y Monetaria (UEM)









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