martes, 20 de febrero de 2018

DISTANCIA Y COMERCIO ENTRE PAÍSES


Hay una característica muy conocida en el comercio entre los países, a la que el economista holandés Jan Tinberger denominó “modelo de gravedad del comercio internacional”. Según este modelo, por analogía con la ley de la gravedad de Newton, en el comercio entre dos países, permaneciendo todo lo demás constante, la relación es proporcional al producto de sus PIB y va disminuyendo al aumentar la distancia.

Las economías grandes son propensas a realizar cuantiosas importaciones porque tienen elevada renta y exportan ingentes cantidades debido a que producen una amplia gama de productos.

Al tener en cuenta la distancia entre los territorios, los modelos de gravedad muestran un fuerte efecto negativo sobre el comercio internacional. El profesor Paul Krugman señalaba que las estimaciones empíricas mostraban que un incremento de la distancia de un 1% entre dos países supone una disminución de entre 0,7 y 1% del comercio entre dichos países.

La existencia de costes de transporte viene a penalizar la distancia entre los territorios que comercian. Aunque las infraestructuras y el avance en las telecomunicaciones han reducido la incidencia de dichos costes, los estudios realizados señalan que aun tienen la capacidad de influir sobre los destinos de importaciones y exportaciones.

En el siguiente gráfico, recogido de PwC-UK, podemos observar el incremento del comercio cuando la distancia entre países se reduce a la mitad


Pese a la reducción del coste de transporte en las últimas décadas, vemos en el gráfico que la cercanía geográfica explica una parte mayor del crecimiento del comercio entre los países en el año 2000 que en los años 1970.

Una razón para que se haya incrementado más el comercio con la cercanía geográfica es el cambio de modelo productivo que ha tenido lugar en los último 20 años, centrado ahora en las cadenas de valor. La producción no se lleva a cabo íntegramente en un solo país, sino que el producto se divide en componentes que se producen donde resulta más eficiente económicamente.

En el proceso de Brexit, parece que los británicos se han apoyado en la idea de que la distancia entre los países carece de importancia para el comercio y, por tanto, el país es capaz de actuar de modo independiente en el mundo global, estableciendo reglas de juego en negociaciones bilaterales.

Da la impresión de que se olvidan de los efectos de la distancia y sustituyen el comercio con la Unión Europea por otros países mucho más lejanos, confiando en negociar acuerdos preferenciales muy beneficiosos. Pero dos países recién visitados por la Primera Ministra, Japón y Corea del Sur, han decidido que van a esperar a que sea la Unión Europea la que marque la futura relación con Gran Bretaña, antes de negociar sus respectivos acuerdos con los británicos.

Las últimas noticias indican que la fortaleza del Brexit está menguando. Los británicos quizás tengan que reconocer, aunque les cueste, que su proximidad y presencia en la Unión Europea ha sido un activo muy importante.




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