martes, 28 de noviembre de 2017

DESARROLLO DESIGUAL

Los retos para abordar la construcción de un mundo más justo, con horizonte en el 2030, están condensados en 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), con 169 metas específicas, aprobadas por los países miembros de las Naciones Unidas en septiembre de 2015, tras numerosas reuniones en las que participaron instituciones gubernamentales, agencias de la ONU, representantes de instituciones privadas y organizaciones de la sociedad civil.

El reto principal es acabar con la pobreza extrema, de tal modo que ningún ser humano esté condenado a vivir con menos de 1,25 dólares al día. Se apremia también a que, a nivel de cada país, se implementen sistemas de protección social para mejorar la situación de los colectivos más vulnerables. 

El historiador económico J.Bradfor Del Long, profesor en la Universidad de California (Berkeley) señala, utilizando una acertada metáfora, que “los ODS deben funcionar como autopistas de peaje, que permitan avanzar a un destino específico mucho más rápido que si se hubiera tomado la ruta panorámica. Por lo tanto, el propósito de la formación de consensos debería ser llevarnos a la vía de acceso a la autopista, después de lo cual cueste más hacer un giro equivocado o cambiar de rumbo,”

Había motivos para cierto optimismo con la ruta del “hambre cero”, porque el colectivo de las personas que pasan hambre se había reducido en más de 200 millones desde 1990. Pero da la impresión de que ha sido un avance frágil y el objetivo autoimpuesto se pierde en el horizonte. 



El gráfico muestra la distribución del PIB per capita de 2014. El color oscuro indica territorios con mayor nivel de renta que los de tono más claro.

Con un escenario de cambio climático y azote de guerras internas, las ONG piden a todos los países el cumplimiento del Acuerdo de París, porque proteger la naturaleza equivale a luchar contra el hambre. En cuanto a las guerras, mientras a algunos regímenes corruptos y crueles se les vendan armas, que pueden comprar con el petróleo que extraen, la situación de sus poblaciones no mejorará.

Desde la FAO se lanza el mensaje de “impulsar la agricultura local”, proponiendo a los países pobres que dejen de arrendar tierras a las empresas agrarias extranjeras, para producir los alimentos en pequeñas explotaciones rurales, en el mismo lugar que son consumidos. Se trata de superar la dramática paradoja de lo que está sucediendo en algunos países pobres, como es el caso de Etiopía, en el cual empresas de potencias extranjeras producen abundantes alimentos destinados a la exportación, en tanto que la población local pasa hambre.

Esta propuesta está en línea del denominado “desarrollo autocentrado”, que denuncia una relación desigual entre los países desarrollados y la periferia subdesarrollada. Antes fueron los países colonizadores y ahora las instituciones financieras internacionales las que están abriendo las puertas al capital internacional, pero sin la menor intención de modernizar el aparato productivo de los países.

Se aprovechan de los recursos naturales y del ahorro de los países periféricos pobres, cuando el objetivo prioritario debería ser construir un sistema productivo nacional basado en la renovación de la agricultura campesina y en la industrialización

El problema está en que las estrategias que permitirían avanzar hacia la soberanía económica de los países periféricos, tales como proteccionismo, control de los tipos de cambio y mayor intervención pública en la economía, suenan ahora como políticamente incorrectas en los escenarios oficiales de las naciones desarrolladas, los mismos países que recurrieron a similares medidas económicas para desarrollarse en algunos momentos del pasado no muy lejano














martes, 21 de noviembre de 2017

RIQUEZA FINANCIERA DE LAS FAMILIAS


La riqueza o patrimonio de las familias es el conjunto de bienes, derechos y obligaciones de los que son titulares. Si sumamos los bienes y activos financieros obtenemos las riqueza bruta y cuando deducimos las deudas en las que han incurrido queda la riqueza neta.

Para diferenciar con claridad riqueza y renta recordemos que la riqueza es el patrimonio acumulado en un momento dado, mientras que la renta la constituyen los ingresos que fluyen en un período de tiempo. La riqueza produce renta y la renta aumenta la riqueza.

Tras el patrimonio inmobiliario, el componente más importante de la riqueza de los hogares, se encuentra la riqueza financiera, formada por los diversos tipos de activos financieros. Según los datos publicados por el Banco de España, a finales del segundo trimestre de 2017, la riqueza financiera de las familias españolas estaba constituida por efectivo y depósitos (40%), seguido de participaciones en el capital (25%), seguros y fondos de pensiones (17%) y participaciones en fondos de inversión (14%). La tendencia que se observa es el descenso del efectivo y depósitos y el incremento de las participaciones en capital.

En el siguiente gráfico se recoge la evolución de la riqueza financiera de los hogares en la última década (en porcentaje sobre el PIB)



En el gráfico, los activos financieros (línea azul) menos las deudas o pasivos (línea oscura), determinan las riqueza financiera neta de las familias (columnas), que alcanzó en el segundo trimestre de 2017 1,2 billones de euros, un 120,6% del PIB, con tendencia alcista ligera.

Si se añade a la riqueza financiera neta el patrimonio inmobiliario, la riqueza total de las familias se acerca a 6 billones de euros, un 18% inferior al máximo de 2007, cuando los valores se encontraban inflados por la burbuja inmobiliaria.

El aumento neto de la riqueza financiera a partir de 2013, más que al incremento de los activos, se debe a la reducción de los pasivos (como se observa en el gráfico), a causa de la amortización de las deudas contraídas en años anteriores.

Pero la parte sustancial del incremento de la riqueza financiera obedece a la revalorización de la Bolsa, que es un incremento meramente aparente porque no se materializa en tanto que no se vendan las acciones. En cualquier caso, el colectivo de familias que poseen acciones es en España muy reducido, posiblemente no muy superior al 10%, con lo que la mejora en la riqueza habrá favorecido a una minoría de ciudadanos.
























martes, 14 de noviembre de 2017

DETERMINANTES DEL AHORRO


El sector productivo de un país necesita constantemente nuevos recursos ajenos para su funcionamiento, que espera conseguir en el mercado financiero, alimentado por lo ahorradores. Si las empresas no encuentran suficiente disponibilidad, tendrán que recurrir a créditos de otros países, lo cual implica flujos de divisas que pueden afectar a la estabilidad financiera.

Si la renta disponible de un país es baja, la capacidad de ahorro de las familias será escasa, y sin ahorro suficiente para financiar las inversiones, las posibilidades de un crecimiento sostenible son poco probables, y la consecuencia será que la población no mejore el nivel de ingresos.

Como señaló el economista J.M.Keynes, la parte de la renta disponible que se destina al consumo depende de la propensión al consumo de las familias y el resto queda como ahorro. El ahorro se relaciona con la renta disponible, aumentando cuando mayor es la renta. Como la propensión media al consumo es decreciente con la renta, aumenta su contrapartida, la propensión media al ahorro

Por lo tanto, un determinante fundamental del ahorro es la magnitud de los ingresos de las familias. Si los consumidores espera que sus ingresos futuros sean mayores, prevalecerá ahora el consumo, y el estimulo para el ahorro será reducido. En cambio, si piensan que van a disminuir, aumenta el incentivo actual para ahorrar.

Por otra parte, el aumento de la incertidumbre sobre el futuro alentará el ahorro y, en cambio, como la falta de previsión por la necesidades futuras suele llevar a gastar más en el momento actual, se reducirá el nivel de ahorro.

Con la expectativa de elevados aumentos de precios de los bienes en el futuro (inflación) se tiende a ahorrar menos que si se esperan unos precios estables o en descenso. Un elevado tipo de interés o la perspectiva de acumular cierto patrimonio incrementan la tendencia al ahorro.


Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, las familias españolas ahorraron el 6,5% de la renta disponible en el segundo trimestre de 2017, en términos anuales, el nivel más bajo en los últimos nueve años.

Observamos en el gráfico que el ahorro de lo hogares alcanzó el 13% anual móvil en el 2010, año con descenso de ingresos y elevada incertidumbre, y cae al 6,5% en el 2017, cuando la renta disponible aumenta un 2,6% y se recupera el PIB.

El ahorro había llegado a su punto más bajo en 2008, pero cuando afloró la crisis financiera, se disparó el llamado “ahorro por precaución” por la incertidumbre, el miedo a perder el trabajo y la necesidad de reducir las deudas.

No resulta extraña la caída del ahorro si tenemos en cuenta los mínimos tipos de interés actuales de los depósitos bancarios. Además, perdiendo poder adquisitivo por la inflación (1,7% interanual), las familias dan preferencia al consumo inmediato.

Un país en el que el 86,6% de los que perciben rentas ingresan menos de 30.000 euros al año (según el sindicato de técnicos de Hacienda “GESTHA), y el 41% de la población llega justo a fin de mes (encuesta del CIS), se entiende fácilmente la debilidad del ahorro familiar.

La reducción del ahorro no parece especialmente amenazante en estos momentos, dado que, con el comportamiento del conjunto de los Sectores Institucionales (Hogares, Sociedades no Financieras, Administraciones Públicas e Instituciones Financieras), la Balanza de Pagos de España tiene actualmente saldo positivo por cuenta corriente y se están pagando las deudas con el exterior.




martes, 7 de noviembre de 2017

RIESGO DE POBREZA

Según el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, presentado en octubre en el Congreso de los Diputados con motivo del “Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza”, en la Unión Europea eran 119 millones (23%) las personas que vivían en riesgo de pobreza en 2016, en tanto que en España ascendían a 12,9 millones (27,9%)

La población en riesgo de pobreza es un indicador relativo que mide la desigualdad. No indica pobreza absoluta, sino que señala el colectivo de personas que tienen ingresos bajos en relación con el conjunto de la población. Cuando se consideran únicamente los ingresos se denomina “pobreza monetaria”.

En el siguiente cuadro se recoge la evolución de los ingresos que constituyen el umbral de riesgo de pobreza, según el Instituto Nacional de Estadística español:



El riesgo de pobreza monetaria aumenta o disminuye en la medida en que lo haga la mediana de las rentas. Al crecer los ingresos por persona también aumenta el umbral de riesgo de pobreza. En 2016, para los hogares de una persona (calculado con los datos de ingresos de 2015), el umbral se situó en 8.209 euros, un 2,5% más que el estimado en el año anterior. En hogares compuestos por dos adultos y dos menores de 14 años dicho umbral fue de 17.238 euros.

En una perspectiva más amplia, se está en riesgo de pobreza y/o exclusión social cuando se da uno de los tres factores que tiene en cuenta el indicador europeo AROPE (At Risk of Poverty and/or Exclusión): reducidos ingresos, carencia material severa y/o baja intensidad en el empleo

Las personas que cumplen con el primero de estos factores, reducidos ingresos, son aquellas que viven en un hogar con una renta, después de transferencias sociales e impuestos, por debajo del 60% de la mediana de ingresos de la población. En 2016 equivalía a 684 euros al mes por unidad de consumo. El número de unidades de consumo se calcula concediendo un peso de 1 al primer adulto del hogar, un peso de 0,5 a los demás adultos y un peso de 0,3 a los menores de 14 años. Por ejemplo, una familia compuesta por dos adultos y dos hijos menores equivale a 2,1 unidades de consumo.

Se considera que sufren de carencia material severa las personas que carecen de recursos para afrontar algunos tipos de dispendios simultáneamente, tales como el pago del alquiler, la hipoteca, la calefacción, la compra de carne o pescado, adquisición de coche, lavadora o que no puede irse de vacaciones ni una semana al año.



La baja intensidad de empleo se refiere a cuantos han trabajado por debajo del 20% de su potencial de trabajo en el año anterior a la entrevista. Las personas que sufren los tres factores del indicador AROPE simultáneamente llegan a un millón en España, el 2,1% de la población.


El riesgo de pobreza varía con la edad de las personas, desde el entorno del 13% en los mayores de 65 años hasta el 38% en la franja de 16 a 29 años. Aunque los mayores de 65 años tienen la media de riesgo más baja, 4,7 millones de pensionistas perciben mensualidades por debajo del umbral de la pobreza (684 euros). A medida que se avanza en la edad, las mujeres tienen mayor riesgo que los hombres.

Según el tipo de hogar, en el año 2015 el porcentaje más alto de riesgo de pobreza y/o exclusión social corresponde al hogar formado por 1 adulto con 1 o más hijos dependientes (50,1%), seguido de otros hogares con hijos dependientes (41,8%). Las personas que viven en hogares con niños tienen más riesgo de pobreza y exclusión social. El autor de un estudio sobre la pobreza lo expresa así: “Tener hijos es arriesgarse a ser pobres”

La Unión Europea tiene establecidos para el año 2020 diversos objetivos en materia de empleo, innovación, educación , integración social y clima/energía. En el apartado de integración social, el objetivo para España es que en el año 2020 desciendan en algo más de un 10% (1.400.000) las personas que estén en situación de riesgo de pobreza y/o exclusión social.