martes, 29 de agosto de 2017

DESCIENDE LA CLASE MEDIA

Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal, el banco central norteameriano, se ha unido a las voces que reconocen el descenso de la clase media en EE.UU. a causa del avance de la tecnología y la globalización, que ocasionan una disminución en los puestos de trabajo de cualificación media y baja. Los salarios caen y se intensifica la desigualdad en los ingresos.

En las sociedades desarrolladas se está produciendo más cantidad de bienes y servicios que en los años precedentes, con mayor inversión de capital físico (edificios y equipos productivos), pero ocupando a menos trabajadores. La productividad ha aumentado y presiona a la baja al volumen de salarios de la clase media.

Un investigador norteamericano señala que, por ejemplo, los ordenadores han conseguido que la industria sea más productiva, automatizando tareas rutinarias, lo cual ha abaratado los bienes, pero los trabajadores del sector tienen un perfil de formación más elevado y se han eliminado millones de puestos de trabajo en líneas de ensamblaje.


Observamos en el gráfico que, en el último cuarto de siglo, en la industria estadounidense, mientras que la productividad creció un 115% y la producción el 45,6%, el empleo descendió un 33,3%. La automatización y las tecnología de la información pueden considerarse como los mayores provocadores de este cambio.

También en la Eurozona se está implantando en el mercado laboral una tendencia hacia la polarización del trabajo y, por tanto, de los salarios. El aumento del empleo es, sobre todo, o bien en ocupaciones de cualificaciones y salarios altos, o bien, en cualificaciones y salarios bajos.

La consecuencia es que el modelo de vida que imperaba en Europa desde mediados del siglo XX (casa de tamaño razonable, educación para los hijos, sanidad pública y una pensión asegurada) se está convirtiendo en un dominio exclusivo de las rentas altas.

En España, la reciente crisis ha golpeado más a los sectores sociales de menor nivel de renta. Una parte creciente de la clase media ha ido reconociéndose como de clase media-baja según avanzaba la crisis (2008-2014). Este proceso ha sido más intenso en dos sectores: los inmigrantes y los más jóvenes.

Los millones de inmigrantes que encontraron trabajo en la construcción y los servicios han sido los primeros en verse afectados por el deterioro laboral y la pérdida de ingresos. El riesgo de pobreza en este colectivo ha pasado en unos pocos años del 30% al 50%, cuando en la población autónoma se mantiene en el 20%. En cuanto a los jóvenes, la falta de ingresos les fuerza a seguir residiendo en el domicilio de los padres y a depender de los ingresos de otros familiares.

Aunque algunos prefieren mostrar cautela ante esta evolución social, argumentando el enorme aumento de la clase media en el último siglo, no cabe duda de que el reciente proceso de degradación ha decepcionado profundamente a todos aquellos que pensaban que si uno trabajaba duro, era honrado y ahorrador, el porvenir le iría bien y podría ofrecerle a sus hijos una vida mejor.




martes, 22 de agosto de 2017

PSICOLOGÍA ECONÓMICA

En las últimas décadas, diversos trabajos de investigación se han ido orientando de manera progresiva hacia una colaboración entre psicología y economía. Las aportaciones de los psicólogos dedicadas a explicar la conducta humana y la percepción de bienestar resultan de interés para los economistas de cara a mejorar su comprensión del comportamiento de los agentes económicos.


La psicología económica trata de identificar el comportamiento económico de los individuos relacionado con las emociones y aportar la orientación precisa para la toma de decisiones.

Con la ayuda de psicólogos, algunos economistas han analizado, por ejemplo, las causas del bienestar individual, explorando la relación entre el nivel de renta o riqueza y la percepción de felicidad. Un reciente dossier de La Caixa recoge las conclusiones de algunos investigadores.

En las encuestas realizadas, las personas con mayores ingresos tienden a manifestarse más felices y la comparación internacional muestra también que existe una relación positiva entre nivel de renta y grado de felicidad, pero no se observa una correlación muy sólida.


El gráfico recoge el discutido ranking del Indice de Felicidad, un Programa de Naciones Unidas, que situó a Noruega (7,5 sobre 10) como el país más feliz del mundo. España se queda en el puesto número 34 (6,4).

Parece observarse que, a partir de cubrir las necesidades básicas, el incremento de ingresos no es relevante en la mejora de la satisfacción personal, sino que en la felicidad domina la renta relativa, la comparación con la que otros disfrutan en el entorno.

Una característica de la mente es que se adapta rápidamente a las nuevas circunstancias, lo cual explica también que los aumentos de renta o el desplazamiento a vivir a otra región sólo tengan efectos temporales sobre el bienestar. Se ha podido constatar, por ejemplo, que el incremento de felicidad que se lograr al ganar un premio en una lotería dura muy poco. Al cabo de un período corto, el afortunado individuo vuelve al nivel de felicidad anterior a cobrar el premio

Se suele citar el siguiente ejemplo para poner en evidencia la influencia de las percepciones personales en la vida económica: una victoria de la selección de fútbol alemana provocaba la mejora de la valoración subjetiva de la situación económica equivalente a un aumento de sueldo de varios miles de euros anuales.

Otro estudio muestra que se subestima el bienestar del conjunto de la sociedad en que uno vive. Así, en España, el 86% de la población se consideraba en 2016 como bastante o muy feliz, en tanto que el español promedio consideraba que sólo el 41% de los españoles se consideraban con semejante grado de felicidad.

Aunque la teoría económica ortodoxa trata del “homo economicus”, al que atribuye una fuerte racionalidad en el comportamiento económico, Daniel Kahneman, psicólogo y Nobel de Economía 2002, afirma que los humanos tenemos sesgos cognitivos en nuestra percepción de la realidad y en nuestras decisiones.

Una de sus aportaciones es que las percepciones individuales tienen traslación a nivel agregado. Así, una recesión se da cuando la gente decide gastar menos y retrasar las inversiones en nuevas actividades, decisiones personales que dependen del estado de la economía, pero también de la percepción individual sobre el entorno.

El estudio de Richard Easterlin, profesor en The University of Southern California, muestra que el incremento de PIB por habitante de un país no va asociado a un aumento del nivel promedio de la felicidad de sus habitantes. Así, el ingreso real por habitante de EE.UU. casi se duplicó en el período 1973-2004, mientras que la felicidad promedio se mantuvo estable. El tema se presta a debate, porque la felicidad es un concepto subjetivo y relativo, con dificultad de medición a lo largo del tiempo, a medida que cambian las circunstancias personales y el entorno.

En definitiva, los estudios confirman que hay otros factores, además del nivel de renta o riqueza, que determinan el nivel de felicidad, tales como la familia, los amigos, la salud, un trabajo gratificante… Por todo ello, las políticas económicas tienden a cuidar la educación, la sanidad y el empleo, entre otros aspectos, por constituir pilares fundamentales del bienestar de los ciudadanos









martes, 1 de agosto de 2017

LA ESTRUCTURA SALARIAL EN ESPAÑA

La encuesta de estructura salarial que realiza el Instituto Nacional de Estadística (INE) cada cuatro años investiga la distribución de los salarios en función de diversas variables, utilizando un cuestionario específico y los ficheros de la Seguridad Social y de la Agencia Tributaria. Una encuesta anual complementa los resultados en los años que no se realiza la encuesta cuatrianual.

El último informe de la encuesta anual, publicado a finales de junio 2017, señala que la retribución media por trabajador fue de 23.106,30 euros en el año 2015, un 1,1% más que en el año 2014. Los contratados por duración determinada (temporales) cobraron como promedio un tercio menos que los que tenía contratos indefinidos.

En la distribución salarial hay muchos más trabajadores en los valores bajos que en los sueldos más elevados, lo cual da lugar a que el salario medio sea superior tanto al salario mediano como al más frecuente.



Como observamos en el gráfico, el salario mediano (el que divide al número de trabajadores en dos partes iguales, los que tienen un salario superior y los que tienen un salario inferior) presentó un valor de 19.466,49 euros en 2015. El sueldo más frecuente se situó en torno a 16.500 euros.

La actividad económica con mayor retribución fue la de suministro de energía (generación, transporte y distribución), con 51.919,72 euros en 2015 y al final de la cola se situó hostelería (alojamiento y comidas), con 13.977,08 euros, poco más que la cuarta parte del sector mejor remunerado. Una diferencia similar se daba con respecto al tipo de ocupación, entre los Directores y gerentes (51.645,86 €) y Trabajadores no cualificados en servicios (12.700,70€). También marcaban diferencia los tipos de contrato, porque mientras el sueldo medio por hora en los indefinidos fue de 15,59€, los de duración determinada (temporales) se situaron en 11,97€. En cuanto al sexo, el salario medio anual femenino representó el 77,1% del masculino.

El empleo está creciendo a base de contratos temporales y parciales. El incremento salarial del 1,1% en 2015 se debió a las retribuciones de los trabajadores con más de 40 años, porque los menores de 24 años (11.228 € anuales de sueldo medio) bajaron un 5,1%; en los que tenían entre 24 y 29 años (16.064€) cayó un 1,6%, y entre los 30 y 34 años (hasta 19.597€) se redujo un 3%.

El retrato robot de los trabajadores con salarios más bajos en España sería el de personas jóvenes, mujeres, en trabajos a tiempo parcial, con contratos temporales, extranjeras, en el sector de la hostelería y poco cualificados.

Los colectivos con salarios reducidos están dando lugar en toda Europa al fenómeno de los trabajadores pobres. Alrededor del 10 por ciento de la población de entre 18 y 64 años de edad gana menos del 60 por ciento del ingreso mediano en su país. La proporción mayor de trabajadores pobres se encuentra en Rumanía, con el 18,6%, seguida por Grecia con 13,4%, y España con 13,2%.

La utilización generalizada del empleo temporal y parcial involuntario va asociada al crecimiento menor de la productividad, que ocasiona un empeoramiento de las condiciones de trabajo y provoca entre los ocupados un mayor riesgo de pobreza.