martes, 21 de junio de 2016

DINERO Y CAMBIO TECNOLÓGICO

Superando el trueque, el intercambio  de unos productos por otros, el dinero surge como intermediario para fijar una referencia que facilite las compraventas. El ganado, la sal, las conchas y otros productos fueron capaces de realizar esa función, pero con el paso del tiempo se generalizó el uso del oro y de la plata, que llegaron a considerarse como riquezas en sí mismas.

Los orfebres que trabajaban y custodiaban el oro, el metal más usado como moneda, fueron los primeros banqueros. Los certificados que entregaban a los depositantes simbolizaban el oro que guardaban, por lo que los mercaderes no necesitaban  transportar el metal para hacer los pagos. Bastaba con entregar los certificados o justificantes. 

Llegó un momento en que los orfebres, y luego los bancos, aprovechando que los depositantes no se presentaban a retirar sus ahorros todos al mismo tiempo, comenzaron a entregar como préstamo parte del oro depositado en sus arcas, con lo que la suma de los certificados emitidos y el metal en circulación era superior al oro real existente. Así nació la  reserva bancaria fraccionaria, un sistema que  sirve para crear dinero de la nada. 

El vínculo entre dinero y oro fue resquebrajándose y se rompió definitivamente en 1971, cuando EE.UU. dejó de garantizar la conversión de dólares en oro. La moneda se convirtió en fiduciaria y hoy día tiene valor por la confianza que despierta entre los usuarios.

Vemos en el gráfico la relación entre barriles de petróleo y onza troy de oro (31,1 gramos) en las últimas décadas. Comprobamos que en las crisis aumenta el precio del oro (en barriles), convirtiéndolo en refugio de los inversores ante inestabilidades económicas y financieras.

Con la nueva tecnología, convertido el dinero en anotaciones (bits) de ordenador, en cuestión de milésimas de segundo se pueden realizar miles de operaciones de compraventa de activos.

Una explicación alternativa es la que sitúa a la deuda como el origen del dinero. Se suele utilizar como ejemplo el caso del Banco de Inglaterra, quizás el primero de los bancos modernos, que nació en el siglo XVII, cuando un grupo de banqueros concedió a la corona inglesa un crédito de un millón de libras a cambio de la licencia para emitir moneda. Los billetes se convirtieron así en pagarés de una parte de la deuda del rey, que se pusieron a circular en el país.

Uno de los aspectos positivos del crédito es que permite emprender proyectos que de otro modo no se hubieran llevado a cabo. Con la deuda (crédito) llegamos a apropiarnos de hecho del dinero que se encuentra en el futuro y que lo necesitamos en el presente para realizar nuestros proyectos actuales.

El sistema monetario se parece a un iceberg: el efectivo, que no representa más del 5% del dinero en circulación, es la parte visible, y el resto es dinero virtual, generado en el endeudamiento. Al ir cancelándose los créditos, el dinero va desapareciendo de la circulación.

Como manejar el dinero resulta costoso, los bancos tratan de estimular la realización de operaciones por vía electrónica. Además, el dinero virtual tiene la ventaja de que deja un trazo que puede seguirse. Pero el desuso en que viene cayendo el dinero está provocado fundamentalmente por el cambio tecnológico.

Como innovación tecnológica más reciente, en el año 2008 nació Bitcoin, una moneda alternativa basada en la revolución de las cadenas de bloques, que no necesita de bancos intermediarios, pero funciona en estos momentos únicamente como valor de intercambio y todavía está poco extendida. 

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