martes, 2 de febrero de 2016

IDH_2015: TRABAJO Y DESARROLLO HUMANO

Las Naciones Unidas acaban de publicar el informe anual, elaborado utilizando datos de año 2014, con atención especial en esta ocasión al trabajo como servidor del  desarrollo humano.

Una visión ampliada del trabajo va más allá del empleo y tiene en consideración la aportación de los voluntarios, la tarea no remunerada del cuidado de personas y el trabajo creativo. Todos ellos contribuyen al bienestar de las personas. Al desarrollar las capacidades humanas, el trabajo ha influido notablemente en el progreso, aportando un sentido de dignidad y de valía personal, y posibilitando la participación en la sociedad. 

Pero no existe una vinculación automática entre trabajo y desarrollo humano. La calidad del trabajo es necesaria, dado que es el trabajo considerado “decente”, no solo el empleo, el que contribuye al progreso humano y mejora su desarrollo.

El Informe hace hincapié en que las mujeres se encuentran en situación de desventaja en el ámbito del trabajo remunerado, porque participan menos que los hombres, ganan menos y no están proporcionalmente representadas en los cargos decisorios. En el trabajo no remunerado soportan una carga desproporcionada de los quehaceres domésticos y del trabajo de cuidados.

Por todo ello, se requieren medidas específicas que aborden los desequilibrios entre el trabajo remunerado y no remunerado, en la división del trabajo entre hombres y mujeres, así como intervenciones dirigidas a grupos concretos, tales como jóvenes y personas con discapacidad.


La imagen visualiza la relación entre el trabajo y el desarrollo humano.

El Informe conecta con los nuevos “Objetivos de Desarrollo Sostenible” de Naciones Unidas, puesto que el número 8 está dedicado al trabajo, e insiste en la necesidad de promover el crecimiento económico sostenido e inclusivo, el pleno empleo y el trabajo decente para todos.

El concepto de desarrollo humano se complementa con un indicador, el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que evalúa el bienestar de cada país desde una perspectiva amplia, que no se limita a los ingresos económicos 

El IDH recoge tres dimensiones: a) tener una vida larga y saludable, que se mide por la esperanza de vida al nacer; b) la capacidad de adquirir conocimientos, en función de los años de escolaridad realizados, y c) la capacidad de lograr un nivel de vida digno, medido con el ingreso nacional bruto per cápita. El indicador IDH va entre 0 y 1.

El siguiente cuadro reproduce las columnas del índice general y del índice ajustado por la desigualdad para los nueve primeros países:


Según la primera columna, un año más, Noruega consigue el nivel más alto, pero en la segunda columna vemos que pierde un 5,4% de valor por la desigualdad en la distribución de la salud, la educación y los ingresos, aunque continúa ocupando el primer puesto en el ranking.

El indicador IDHD (incorporando la desigualdad) es el nivel real de desarrollo humano, mientras  que el IDH puede considerarse como el potencial índice de desarrollo humano alcanzable de no haber desigualdad.

Es de destacar el caso de EE.UU., que ocupa el lugar octavo, pero pierde un 17% por el alto nivel desigualdad, lo que le supone verse desplazado 20 puestos en el ranking IDHD.

España ocupa el puesto 26 con un valor del IDH de 0,876, lo cual supone la mejora de un puesto sobre el año 2013, en el que alcanzó una cifra de 0,869, pero tiene una pérdida por desigualdad del 11,5%, con lo que el IDHD queda en 0,775. El País Vasco era la Comunidad Autónoma española con mayor valor del IDH (0,924), comparable a Holanda (Países Bajos), el quinto país en el ranking mundial.

Para tener una perspectiva global, recogemos en el siguiente cuadro  los 12 últimos del ranking de IDH:


Observamos que los doce países pertenecen al continente africano. Los datos señalan una pérdida por desigualdad interna muy elevada en cada país, que reduce en más de la tercera parte, en la mayoría de casos, el valor del índice original. 


El último país de la lista, Niger, con dos tercios de la población viviendo por debajo de la extrema pobreza,  alcanza en su conjunto poco más que la cuarta parte del nivel de desarrollo humano real de Noruega. 

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