martes, 15 de diciembre de 2015

LA CONTAMINACIÓN COMO EXTERNALIDAD

Tras el cambio a última hora de “deberán” por “deberían” en el documento final, en referencia a las obligaciones de los países de recortar la emisión de gases de efecto invernadero, el plenario de la Cumbre del Clima, celebrado en París, ha aceptado el objetivo de aplicar las medidas necesarias para que el aumento de la temperatura media del planeta quede por debajo de los dos grados

Cuando hablamos de la crisis del cambio climático, en general, nos referimos a las alteraciones de los sistemas del clima del planeta atribuidas a actividades humanas, tanto de la quema de combustibles como de la explotación de los recursos naturales y la producción y consumo de energía y bienes industriales. 

Además de los automóviles, las fábricas también contaminan el aire y los agricultores utilizan fertilizantes y pesticidas que afectan al agua. En general, el crecimiento económico, que eleva tanto la producción como el consumo, tiende a generar perjuicios medioambientales. 

Hay cierta corrección en la tendencia a medida que aumenta la proporción del sector servicios, dado que el consumo de materias primas y de energía es menor por euro de Producto Interior Bruto. 

Algunos analistas afirman que, al avanzar en el desarrollo económico, aumenta también en los países la exigencia de políticas medioambientales y se hacen más rigurosas las normativas para conseguir aire y agua limpios.

Estudiando la relación entre nivel de la renta y la contaminación se llegó a establecer la curva medioambiental de Kuznets, con forma de U invertida, que se representa esquemáticamente en el siguiente gráfico

A medida que crecen las economías, inicialmente aumenta el daño medioambiental, pero se van cuidando más los efectos sobre el clima cuando se alcanza cierto nivel de renta. China ha sido un ejemplo de pasar del punto A al B y algunos países occidentales desarrollados podrían estar avanzando de C a D.

Sin embargo, parece que ha sido sólo en los países desarrollados donde se han encontrado evidencias de crecimientos económicos generadores de mayor deterioro medioambiental en el corto plazo y que en el largo plazo han evolucionado hacia una menor contaminación. En los países en desarrollo, todo crecimiento económico se traduce más bien en deterioro medioambiental. 

Parece comprobado que, al igual que en el caso de los demás recursos, cuando la contaminación no tiene ningún coste, los productores carecen de incentivos para limitar las emisiones contaminantes. En cambio, si por contaminar hay que pagar un precio, tratan de encontrar soluciones para reducirla. Y si el precio es alto, contarán con incentivo suficiente para investigar y desarrollar métodos para evitar el daño medioambiental.

Como la contaminación actúa como externalidad negativa, la degradación del medio ambiente no afecta a los mismos que, al no tener que asumir los costes, se benefician de la actividad contaminadora. Cuando afecta a las personas cercanas, los mecanismos políticos son generalmente suficientes para resolver el problema de la externalidad negativa. En cambio, si las comunidades afectadas están lejos, los problemas para controlar la externalidad son mayores. Y cuando afecta a todo el planeta, como el calentamiento de la atmósfera, las dificultades son máximas, ya que al ser global el problema de contaminación, menos se beneficia directamente cualquier país de su esfuerzo de reducción de las emisiones.

Lo cierto es que existe todo el conocimiento y la tecnología que hace falta para prevenir la crisis climática. El problema es contar con la voluntad y el poder político y económico para aplicar las medidas necesarias para detener el calentamiento global. 

Por ello, el documento firmado en París señala que "las partes que son países desarrollados deberían seguir encabezando los esfuerzos y adoptando metas absolutas de reducción de emisiones para el conjunto de la economía". Y añade que cada país “debería” poner en marcha “medidas domésticas” de mitigación para cumplir con los objetivos nacionales que se haya fijado en su contribución.

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