martes, 21 de abril de 2015

LA RIQUEZA PATRIMONIAL


Aunque la desigualdad se mide habitualmente a través de la renta o ingreso de las personas,    el patrimonio acumulado por cada individuo puede ser su manifestación más apropiada, porque refleja mejor el auténtico poder económico.

Casi todo el mundo dispone de renta, sea en forma de salario, interés, dividendo o subsidio, pero muchos no poseen patrimonio,  y en algunos prevalecen las deudas.

En el siguiente gráfico, elaborado a partir de los datos de un informe de Credit Suisse, “ Global Wealth Report”, recogemos la distribución del patrimonio español entre la población en el año 2014:


Como podemos observar, el 1% más rico de la población española posee el 27% de la riqueza total y el siguiente 9% en nivel de patrimonio acumula un 28,6%, por lo que el 10% del conjunto más acaudalado tiene más de la mitad de la riqueza del país (55,6%).

La zona intermedia, que abarca el 50% de la población, acumula un 39% de la riqueza patrimonial y, por último,  el 40% restante no posee más que un 5,4%. Dentro del mismo, el 10% más bajo tiene un patrimonio negativo, es decir, más deudas que valores de activo.

Utilizando el indicador “Palma” (10/40), si dividimos la participación en la riqueza del 10% más elevado entre la correspondiente al 40% con menos patrimonio, el cociente nos da 10,3. Quiere decir que la riqueza que posee el grupo superior es 10 veces la que tiene el 40% del nivel más bajo.

Este mismo tipo de cálculo, utilizando las rentas o ingresos anuales para España nos daba 1,38 (ver entrada del 23 de marzo). Como podemos comprobar,  la distribución de la riqueza patrimonial entre la población es mucho más desigual que la correspondiente a los ingresos anuales.

En la cúpula de riqueza del 1%  se mueven quienes controlan el poder económico en España, a través de participaciones en empresas estratégicas y representantes en otros muchos Consejos de Administración.


Las puertas giratorias, la financiación de medios de comunicación importantes, los laboratorios de pensamiento y otros grupos de presión son mecanismos que permiten a los holgadamente ricos ejercer un poder político creciente, al tiempo que van incrementando sus abultados patrimonios. 

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