martes, 21 de octubre de 2014

FLUCTUACIONES DE LA INVERSIÓN



El gráfico que reproducimos a continuación recoge la evolución del consumo y de la inversión en España desde el 2007, año en que comienza la crisis financiera:




El consumo y la inversión privada son los dos componentes más importantes del Producto Interior Bruto (PIB) del país. Aunque el consumo tiene mayor peso (58% del PIB), las variaciones del gasto agregado son debidas sobre todo a la inversión (17,7% del PIB en 2013).

Como observamos en el gráfico, la inversión privada es una variable mucho más inestable que el consumo. Así, en el 2009, año del mayor descenso del producto del país, el consumo disminuyó el 3,8% y la inversión cayó nada menos que el 18,3%

La inversión privada recoge tres grandes apartados: a) instalaciones y equipos, que son compras de nuevos bienes de capital (edificios, maquinaria y equipos, ordenadores, software…); b) inversión en existencias, tanto de materiales como de productos para vender, y c) inversión residencial, es decir, compras de nuevas viviendas por las familias. Vamos a desarrollar los dos primeros apartados, que constituyen la inversión empresarial.

Las empresas realizan inversiones productivas cuando los rendimientos futuros que esperan sean suficientes para compensarles los riesgos en que incurren. Como en la mayoría de las ocasiones, la inversión se financia en parte con crédito, un tipo de interés más elevado aumenta el coste de realizar la inversión, lo cual quiere decir que habrá menos proyectos con rendimiento suficiente para compensar los intereses y generar beneficios. Es razonable, por tanto, que el incremento de los tipos de interés real (interés nominal menos la inflación) ocasione una reducción del volumen de inversión.

La experiencia de estos últimos años nos indica que, en un período de recesión, los bancos reducen el nivel de los préstamos concedidos, porque están menos dispuestos a afrontar los riesgos de un incremento de impagos. Por lo tanto, además del coste de la financiación, también la dificultad de disponer de fondos afecta a la inversión.

Los riesgos que llevan los proyectos de inversión hacen que sean tan inestables. Los cambios de expectativas sobre el futuro se producen con tal rapidez y contundencia que sorprenden muchas veces a los responsables de las empresas. Como hemos observado recientemente, la entrada en recesión reduce inmediatamente el nivel de las inversiones, puesto que caen las expectativas de beneficios futuros y disminuye la predisposición de afrontar riesgos. En este contexto, una política de reducción del tipo de interés apenas consigue incrementar la inversión.

El segundo componente de la inversión privada, las variaciones de existencias de materiales y productos para la venta, es muy inestable. Como las empresas tratan de mantener un ritmo constante de producción, aumentan los stocks cuando las ventas se reducen y los venden cuando se recuperan.

Cuando la economía se desacelera, se almacenan existencias de modo involuntario, lo cual tiene un efecto contractivo en la producción. Las variaciones de producción inducidas por las existencias dan lugar a los llamados ciclos de inventario.

Según el Cuadro Macroeconómico que ha presentado el Gobierno, la demanda nacional mostrará en el 2015 un comportamiento positivo, que se sustenta en el aumento de la inversión en bienes de equipo (+6%) y en la recuperación del sector de la construcción (+3,1%). 

 Pero la realidad es que, al comenzar la crisis financiera, la inversión llegó a alcanzar el 30,7% del PIB y cinco años más tarde está en poco más de la mitad (17,7%). La inversión pública en infraestructuras y nuevos servicios, que solía representar en torno al 3% del PIB, se ha frenado en seco y la inversión privada avanza con dificultades porque las empresas tratan de reducir su deuda y los bancos no dan facilidades en la concesión de créditos.

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