martes, 20 de noviembre de 2012

AUMENTA LA DESIGUALDAD


Las consideraciones referentes a la distribución mundial de la renta y a la desigualdad global están adquiriendo una importancia creciente.

Fue en la época de la Revolución Industrial (siglos XVIII y XIX) cuando se aceleró un proceso de divergencia entre los niveles de renta de los países, que originó un gigantesco aumento de desigualdad entre los ciudadanos del mundo.

Se discute si es una divergencia de tipo permanente o, por el contrario, se puede esperar que las diferencias entre países ricos y pobres, que iniciaron un tímido descenso hace un par de décadas, continuarán acortándose significativamente, tema sobre el cual tratamos en la entrada anterior.

En esta ocasión vamos a fijarnos en otra desigualdad, la que se produce entre los ciudadanos del mismo país, que se deriva de la distribución personal, el reparto de la renta entre los individuos.

El siguiente gráfico recoge dos medidas de desigualdad:

-El coeficiente de GINI,  del estadístico italiano del mismo nombre, que ideo a comienzos del siglo pasado un método para medir la desigualdad de los ingresos entre los habitantes de un país. El valor 0 expresa la igualdad total y el valor 100 la máxima desigualdad

-El ratio s80/20 de la población, que establece el número de veces que el 20% de ingresos más elevados supone sobre el 20% de menores rentas.


Observamos en el coeficiente de GINI (a la izquierda) que en el año 2010, últimos datos disponibles para comparar, la Unión Europea tenía un coeficiente de 30,5, en tanto que España llegaba a 33,9. Por otro lado, mientras que a partir de 2008 el índice de desigualdad europeo desciende, el de España sube de 31,3 a 34.

En cuanto al gráfico derecho, vemos que, en el año 2011, el 20% de nivel más alto ingresó en la  UE-15 6,2 veces las rentas del 20% más bajo, en tanto que en España la mismo relación alcanza 7,5 veces, es decir, un 21% más. 


Las medidas de desigualdad nos permiten conocer cómo va afectando a los ciudadanos la evolución de la gran recesión. Los gráficos nos muestran que la brecha entre las rentas altas y bajas se amplió de modo significativo entre 2008 y 2010, para mantenerse estable en el año pasado.

No cabe duda de que la desigualdad más pronunciada en España con respecto a la media europea es consecuencia del mayor nivel de paro. Es la posibilidad de acceso a un puesto de trabajo la que marca la diferencia con respecto a los desempleados y, dentro de este colectivo,  la brecha  se abre entre los que aún reciben algún subsidio y los que han agotado todas las prestaciones.

Resulta significativo el título del informe presentado la semana pasada en el Congreso Nacional de los Técnicos del Ministerio de Hacienda (GESTHA), celebrado en Bilbao: “Adiós a las clases medias”

NOTA. En las dos próximas semanas no aparecerá ninguna entrada nueva en este blog. Estaré en el Oriente cubano colaborando en el programa de MUNDUKIDE, ONG de Desarrollo

martes, 13 de noviembre de 2012

CONVERGENCIA ECONÓMICA ENTRE PAISES


La convergencia económica significa que los países con menores niveles de renta por habitante tienden a crecer a ritmo más rápido del que avanzan los de mayor desarrollo.

Tal hipótesis implica que con el transcurso del tiempo los niveles de renta media por habitante reducen las diferencias entre los países,  al menos entre aquellos que tienen determinadas características comunes.

Hay indicios de que hace dos décadas comenzó un proceso de convergencia, pero las diferencias siguen siendo gigantescas. Cuando Adam Smith, el padre de la economía clásica, escribió hace 236 años “La riqueza de las naciones”, la renta por habitante del país más rico (Reino Unido) multiplicaba por 4 la del más pobre. Al día de hoy un estadounidense medio ingresa 400 veces más que un congoleño.

En la primera década de este siglo emergieron países con grandes riquezas naturales y algunas economías tuvieron una recuperación sorprendente, tanto en América Latina como en Asia. Destacan China e India, con un total de 2.500 millones de habitantes, que casi han duplicado el tamaño de sus economías en la década pasada,  moviendo el centro de gravedad de la economía mundial hacia el Este.

Podemos apreciar en el siguiente gráfico, correspondiente a "Perspectivas de  la economía mundial", las tasas de crecimiento anual por habitante, en porcentaje, de tres bloques de países,                                 


Observamos que, a partir de comienzos de siglo, las tasas de crecimiento de los países emergentes y en desarrollo triplican el avance de las economías desarrolladas.

Viniendo a un caso cercano, el de la economía española, el proceso de convergencia con Europa  en la década previa a la crisis actual se debió sobre todo  a que los salarios fueron acortando distancias con respecto a los europeos.  Y sabemos que el aumento de la renta suele ir parejo al de los salarios, puesto que éstos representan más de la mitad del PIB del país.

Se ha podido constatar también que el comercio exterior español ha cambiado profundamente en las últimas décadas. Tanto  los salarios y precios como las estructuras productivas han ido  convergiendo con los países que comercia. 

Algunos economistas consideran que la divergencia es un fenómeno más bien del siglo XIX y que en el siglo XX se han observado notables casos de convergencia, tales como Europa del sur con el resto de la UE, Europa con América y Corea del Sur con Japón.

Las divergencias más destacadas se dan en países africanos y algunos países latinoamericanos. Mientras que el grupo de países ricos se sitúa cada vez más en el mundo occidental, ser africano se ha convertido en sinónimo de ser pobre.

Como resulta evidente, la reducción de las desigualdades entre países, además de constituir una exigencia de la justicia, es un factor de estabilidad en el mundo.

martes, 6 de noviembre de 2012

LA ECONOMÍA EN EL LARGO PLAZO


En el largo plazo, el crecimiento económico busca el incremento de la capacidad productiva de una economía para atender las necesidades de su población.


Los bienes y servicios de un país se obtienen utilizando, además de recursos naturales,  dos factores básicos: Trabajo y Capital físico (máquinas, edificios, vehículos…).

 Cuanto más capital físico dispone un trabajador para realizar su tarea, más produce. Los bienes y servicios dedicados a la producción de nuevo capital,  y no a los componentes del consumo, constituyen la inversión y es ésta la que permite aumentar  la cantidad de capital físico disponible.

En un análisis económico simplificado, la inversión en nuevo capital requiere ahorro de los ciudadanos. Una proporción reducida de ahorro sobre la renta generada reduce la tasa de inversión y acaba disminuyendo la renta total.

Además de la cantidad de capital que utiliza el país, la renta que genera se debe a la productividad, el aumento de producción que se obtiene por trabajador con el capital físico disponible.

La productividad alcanzada depende de la tecnología, es decir, el conjunto de conocimientos existentes sobre la forma de tratar los factores con  los que se obtienen los productos, y la eficiencia, el nivel de organización conseguido en el proceso  productivo.

Estos factores del proceso de crecimiento están condicionados por la cultura de los países (esfuerzo en el trabajo),  la política económica (impuestos, reglamentaciones…) y las diferencias geográficas (recursos naturales, clima…).

En el siguiente gráfico podemos observar la evolución de la productividad, el elemento clave del crecimiento en el largo plazo:

Al finalizar 2011, la productividad en el País Vasco  en términos de PPA (paridad de poder adquisitivo o capacidad de compra) por hora trabajada era similar a la de  Alemania y superaba a la de España en un 25%.

La productividad en la economía vasca era un 12% inferior a la de EE.UU, pero superaba a la UE-15 en un 14%. 
    
Podemos observar en el gráfico el efecto de los aumentos de factores productivos y su eficiente utilización en los niveles de crecimiento económico por habitante en España y el País Vasco en los últimos 17 años.