martes, 17 de enero de 2012

EL SECTOR EXTERIOR

Una parte de los bienes y servicios producidos en un país se venden a otras naciones y, al mismo tiempo, se compran productos del exterior. Como hemos visto en textos anteriores, esos intercambios internacionales influyen en la generación de la renta del país. Las importaciones españolas supusieron en torno al 20,5% del PIB en el 2009 y las exportaciones se acercaban al 16%

Los intercambios internacionales se han justificado siempre en que las naciones poseen recursos y capacidades tecnológicas diferentes: riquezas minerales, condiciones climáticas, tierra cultivable, capital y recursos humanos. Estos factores condicionan la producción y propician la especialización de los países. Los economistas clásicos afirmaban que cada país disfruta de ventajas comparativas y se centra en la producción de los bienes para cuya obtención dispone de mayor predisposición.

Se dice que un país disfruta de ventaja comparativa en un bien cuando puede producirlo con menor coste de oportunidad que otros países, medido ese coste como la cantidad de otros bienes a la que tiene que renunciar para obtenerlo.

Pero lo que hoy día ocurre no tiene mucho que ver con la búsqueda de tal especialización. A las grandes empresas les interesa ampliar la dimensión de sus mercados para todos los bienes que producen y tratan de incrementar los intercambios comerciales. Buscan la ventaja a través de las economías de escala y la diferenciación de los productos.

En el cuadro siguiente podemos observar la evolución del movimiento de mercancías a nivel mundial en los últimos años:
Es habitual afirmar que la ausencia de trabas en la circulación de los productos hace que obtengan las mayores ganancias los que intervienen en el comercio exterior. Pero no se tiene en cuenta que el sustento básico de la ventaja comparativa era la existencia de competencia perfecta, la cual permitía, a través del libre comercio, aumentar el bienestar de los países.

El librecambio tiende a resultar beneficioso cuando se dan circunstancias que son difíciles de encontrar en la realidad actual, tales como, entre otras, que las empresas beneficiadas compensen a las perdedoras en el intercambio, siendo las ganancias totales superiores a las pérdidas,  y  que los trabajadores que pierdan el empleo a consecuencia de la entrada de productos procedentes del exterior encuentren trabajo en las industrias beneficiadas con las exportaciones.

Como la evidencia no parece  confirmar las teorías clásicas del librecambio, los países tratan de defenderse de la competencia exterior argumentando, sobre todo, la necesidad de proteger a las industrias nacionales estratégicas y mantener un alto nivel de empleo en el país.

Así es como los países recurren al proteccionismo, aplicando medidas tales como:
a)    Los aranceles, que son impuestos exigidos a los productos extranjeros para elevar su precio de venta en el mercado interior y así proteger a los productos nacionales
b)    Contingentes o restricciones cuantitativas a la importación de ciertos productos extranjeros
c)    Barreras no arancelarias, que son regulaciones administrativas en contra de productos extranjeros, tales como normas de calidad y  sanitarias, subsidios a la exportación nacional y compra de productos nacionales por el sector público aún siendo más caros que los producidos en el país.

Aunque los países ricos proclaman que la libertad de intercambios debe generalizarse, lo cierto es que EE.UU., la Unión Europea y Japón tienen tendencia a tomar medidas proteccionistas en forma de subsidios a los productos propios, lo cual hace posible que consigan venderlos a precios artificialmente bajos en los mercados internacionales. Sucede con los cereales, la fruta y el café, productos exportados por los países pobres, que hoy día tienen dificultades para competir a consecuencia de las ayudas recibidas por las producciones procedentes del primer mundo.

También es conocida la estrategia de los países ricos de imponer aranceles bajos a las materias primas procedentes de los pueblos pobres y, en cambio, elevados para sus productos manufacturados, a fin de proveerse a bajo precio de las materias primas y dificultar el desarrollo de la producción manufacturera en las naciones menos desarrolladas

Junto al crecimiento continuo de su volumen, salvo la situación excepcional del año 2009, como podemos apreciar en el cuadro de arriba, la novedad de las últimas décadas en el comercio internacional es el protagonismo de las empresas multinacionales, empresas con sede en un país desarrollado y con sucursales en muchas naciones. Tienen un poder cada día mayor y están realizando una parte considerable del comercio mundial.

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