martes, 13 de septiembre de 2011

EL MULTIPLICADOR DEL GASTO PÚBLICO

Decíamos que el gasto público forma parte de la política fiscal, que es un componente de la política económica, que trata de atender los grandes objetivos de los países: el pleno empleo, la estabilidad de los precios y el crecimiento económico a largo plazo.

Los instrumentos de la política fiscal son los presupuestos de las Administraciones Públicas y la normativa tributaria, que competen establecerlos  a los Parlamentos y son ejecutados por los Gobiernos.

La política fiscal como instrumento de regulación de la demanda agregada fue introducida por  J.M.Keynes en los años de la Gran Depresión de 1929. El economista británico construyó el armazón que justificaba la intervención de los gobiernos en la economía a través del gasto público y de los impuestos para suplir la escasez de demanda privada, como en las circunstancias actuales, para sostener  la actividad económica. 

Volvamos al esquema del flujo circular de la renta, introduciendo ahora las actividades de las Administraciones Públicas:

 

Si la economía se halla por debajo de su capacidad, con un elevado nivel de desempleo, los gobiernos pueden ejecutar un programa de gasto público.

El gasto público actúa como un componente más de la demanda agregada (DA), de manera que podríamos definirla como:

          DA = Consumo (C) + Inversión (I) + Gasto Público (G)

El consumo de las familias depende de los ingresos o rentas, pero la inversión empresarial y el gasto público son autónomos. 

Si, por ejemplo, se produce un incremento de 1.000 millones en el gasto público, en el país  existirán rentas adicionales por ese importe. Suponiendo, para simplificar, que no hay impuestos, ni subvenciones, ni ahorro empresarial, la nueva renta se convierte en ingreso o renta disponible. 

Con una propensión marginal al consumo de las familias (la parte que se gasta del incremento de ingresos) del 80%, el aumento de consumo será de 800 millones, que se integra también en la demanda agregada y, por tanto, se transforma en renta disponible. 

El nuevo incremento de renta de 800 millones, con la misma proporción marginal al consumo del 80%, supone otro aumento del consumo de 640 millones (80% de 800). Y así sucesivamente, generando nuevos ciclos de renta y consumo.

El incremento final de renta seria, por tanto
              1.000 +  800 +  640… = 1.000 (1 + 0,8 + 0,82 + … )

La expresión entre paréntesis es una progresión geométrica descendente, cuya suma nos da el multiplicador del gasto público:

                                     1 / (1 - 0,8) = 1 / 0,2 = 5

Por tanto, el incremento final de renta sería:  1.000 x 5 = 5.000 millones

En torno a este efecto multiplicador del gasto público gira la posibilidad de utilizar la política fiscal para influir sobre la producción, la renta y el empleo. 

Para que este efecto sea efectivo se requiere que existan recursos ociosos, que no varíe la propensión marginal al consumo al aumentar la renta y que el consumo inducido se dedique a la adquisición de bienes del país.

Aunque siempre ha habido debates sobre la dimensión efectiva del efecto multiplicador, los países continúan recurriendo al gasto público como instrumento para estimular las economías. 

Así, la prensa recoge estos días que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, está ultimando un plan de gasto público, con incidencia especial en infraestructuras, para impulsar la economía y estimular la creación de empleo, que contará con un presupuesto de 447.000 millones de dólares (321.000 millones de euros)

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